30.10.11

Azotes fotografiados con compactas

Madrid era nuestra.

Conocíamos sus calles, vivimos en ellas, sufrimos, amamos, rozamos, saltamos, gritamos, corrimos, reimos,  besamos, pegamos, robamos, pintamos, escribimos, fotografiamos, comimos, bebimos, vomitamos, cantamos, disfrutamos, soñamos... Nos perdimos.
Pisamos cada baldosa de suelo y cuando las cambiaban volvíamos a pasar para que nuestra huella, ficticia, quedará ahi. Usamos cada fotomatón que tenia la ciudad, pintamos nuestros nombres en cada esquina y notamos la lluvia en nuestros rostros cada lluvia de verano.
Nos compramos miles de postales que nunca llegaron a ningún lado, nos sentamos en una plaza llena de gente, bailamos al son del cuarteto de cuerda que tocaba en aquella calle. Subimos las escaleras de cada edificio, nos colamos esa noche en el museo y robamos sonrisas a los cuadros. Dormimos en un tejado desde el que se veia el reloj que salía por la tele y tus ojos siempre me decían que sonriera.

Los años pasan, las vidas mueren y nosotros no íbamos a ser especiales.

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