26.6.11

Salto al suelo con tu foto en mis manos

Siempre fui una oveja negra que quiso teñir el cielo de morado, fui un ángel que nació sin alas y vio como todos volaban… Desde el suelo, desde la basura. Soy el Ícaro desconocido que llego al cielo y consiguió besarlo, que cayó al suelo y no consiguió notarlo. Un maldito sin techo que urde las muertes de su gente más cercana.

Soy un golem de papel que se vuela con el aire y mis palabras se difunden entre los ojos atónitos de cuatro imbéciles que escondieron sus alas para sentirse diferentes. Que de tritones en las altas mareas maté a montones y que lo prohibido para mi es eso que se escapa entre tus piernas.

Ni romántico, ni apasionado… Ni siquiera sé si mi corazón aún late porque le quité el cable del sonido para no oír sus golpes al mirarte, para que no me diera cuando quería escapar y besarte él solo, que a lo mejor se fue tras otra. Dura... Triste… Odiada…


Y me tienes en tu pared colgado como un trofeo de caza.

19.6.11

Vomitando de Asco en mi Camiseta

Y con 300 miligramos en sangre de alcohol escribo en el aire toda clase de penas, augurios perdidos en un viento malogrado que me dice que a esa chica la amé, y a ti también, y que tantas mujeres en mi vida que quise besar y por miedo no pude, y por cobardía me anduve en una inhóspita parada de vómitos y borracheras, de petas y de hierba que me dejaron en mi estado.

Que yo quise estar a tu lado, pero algo extraño me impidió, el verte, y quise, embriagado en whisky, besar tus labios como la primera vez, empalmarme con tus caricias y sentir el placer de tu cuerpo rozando el mío.

Que da igual el nombre de la persona, que no importan fronteras ni etnias, que lo único que quiero es un poco de ese amor certero, de esa lucha de mi corazón contra la mente, de tanta gente que merece un suplicio, que no se da cuenta de su desamparo.

Un secreto a voces, escondido a plena vista y mostrando mis dotes a aquel que me toque. Muéstrame mis penas, dime lo que hice mal y ponme de beber una vez más…

...Borracho, escribo mejor las penas.

13.6.11

La Bala Que Nunca Pudo Matar

En aquellos campos remotos en los que la horrible civilización no había llegado, donde las flores se extendían a mas que una maceta y el aire aún se respira me encontrarás, junto a un acantilado mirando al mar, con la mirada perdida en una abeja posada en flores rojas, con un disparo entre ceja y ceja y una estúpida idea que se disipa con el humo. Con la brisa golpeando mis zapatos y una bicicleta roída por el tiempo.

La muerte no viene a por mí y sigo tirado en este acantilado, será porque ella me amó y ya no quiere verme porque la rompí el corazón, me odia tanto que no desea mi muerte, prefiere verme tirado, esperando a que ella venga para librarme de este dolor.

La sangré ya tiznada de marrón por el tiempo esperando, las flores ya cansadas se murieron y el sol se ha vuelto a poner… Pero volverá a salir, una y otra vez, no hay final para mí. Castigado como Prometeo, Tántalo, Teseo y Piritoo, azotado con el paso del tiempo que no pasa, con la mirada perpleja observando a las nubes oscuras. No siento no la lluvia en mi cara, ni el suave aroma de tierra mojada o la brisa marina que vuela a mí alrededor.

Besé a quien no debí besar, enamoré a la muerte y ahora no me deja desaparecer.

7.6.11

Mariposas Muertas en el Jardín de mis Afueras

¿Recuerdas cuando perdimos el rumbo del viento? ¿Cuándo las gotas de agua se perdieron a lo lejos? ¿Del batir de alas rojas y moradas que nos dejaron en vereda? Son nuestras campanas, campanas que repican a las almas que se van y no, no volverán.

Que tu sonrisa me dejó tirado en la carretera, que me olvidaste como a una maleta y no dijiste tan siquiera “adiós”… Azules pasan las horas en este badén perdido de la mano de un Dios que ya no cree en mí, que rompiste las cuerdas de mi guitarra con las dulces notas de tu voz blanca. Y siempre mentiste para decirme la verdad y me diste una ocarina que no quiere oler mi aliento. Y no entiendo porque en el cajón de los sueños que enzarzan mi vida me encuentro a mi mismo atado a una esquina y gritando de dolor por las injurias hacia los bigotes de mi gato, hacia las dulces ventanas cerradas que me dieron cobijo donde no había pared, donde solo había ilusiones muertas de asco y otros vómitos de ira.

Aún recuerdo las chispas de tus andares y el olvido profundo de mi mente en ellos. Si ya no se hablar, ni escribir ¿Cómo voy a saber besar?

A veces llueve… Otras sale el sol.