7.5.12

Se destroza el camino inventado

Con el permiso de las notas que surcan el viento empecé a silbar una canción, una canción alegre, rebosante de vitalidad y caminé por mi vida sin a penas enterarme. Llegué a mundos inexplorados, unos más tristes, otros más alegres, unos contigo, otros sin ti.
Engañe al diablo, como muchos otros antes, subí escaleras al cielo y llamé a sus puertas. No había cabida en sus muros para mi, no había una nube con mi nombre, por haber, no había ni existencia. Y seguí andando, silbando innumerables canciones, escuchando en mi cabeza la letra.
Sin muerte, mi vida seguiria siendo finita, pero yo decidiria cuando acabarla.
Me topé con poetas y músicos, musas y artistas, amigos y enemigos. Era andar por la muerte, sin muerte, era un camino abierto a tantas posibilidades que lo único que hice fue andar y silbar...
Amé a un Ángel del que huí, no sabia como decirle que le queria, que le necesitaba, que queria ser suyo. Teniendole al lado y siendo incapaz de declarar amor, quizás yo no tenia eso, quizás yo debía estar solo. Y entre quizás y quizás, en mi soledad me topé con una joven pelirroja, peligrosa. Ella se reía del mundo y caminaba con su perro por la muerte y vivia sin vivir en un maraña de pensamientos que la asustaban. Labios carnosos, piel clara, no queria abandonarla nunca. Pero el diablo apareció, vino a llevarme, yo no le había engañado, él lo hizo.

A todos los que vi y querí les hice la misma propuesta: Algún día, quedaremos cerca del suelo... Donde se refleje la luna. Perdón por no cumplirla.

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