11.5.11

Borrachos, odiados y enamorados

No creo que los duros gritos que nos lanzamos de noche espanten a los murciélagos sordos de mi azotea. No creo que el humo de nuestro cigarrillo cree nubes de tormenta, pero por si acaso lame tu cigarrillo y entonces bésame, bésame cuando tus ojos no me conozcan, cuando tu mente no quiera besarme. Quiero volver a besar esos labios embriagados del aroma a alcohol, quiero que por tus mejillas caigan lágrimas de ira y alguna de alegría. Solo otra vez esa cara de niña buena que se imagina princesa bajo unas sabanas de lino, solo esa frase, una vez más, como si esto nunca hubiera pasado.

Un secreto bien guardado que escribimos mientras nos besábamos, una injuria a nuestros fines y la muerte de algunos pensamientos libres. Nunca fuimos, ni seremos. Dos borrachos encantados, que se odian y se aman a la vez, en el tejado de un castillo imaginario que jamás pensé. Y esa noche volamos con dragones y sentimos las caricias de las nubes en nuestros oídos y el susurro del fragor de la batalla entre nuestros corazones.

Y perdimos el rumbo de las horas, las miradas entrecruzadas y las palabras calladas. Aunque resurja de mis cenizas, el viento podrido que resoplo entre mis dientes descargar su furia contra mi pecho. Veintitrés puñaladas en la cabeza y dos en el corazón me dejaron moribundo en una pesadilla de destierro.

Hazme lo que quieras… Esta noche soy todo tuyo.

1 comentario:

  1. Esta es la prosa, ya verás su metamorfosis camamarada ;) un abrazo

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